De la película Paddington.
En cualquier casa, un oso que habla y se viste como humano desentonaría, como mínimo, pero acá tantas cosas llaman la atención que nada llama la atención.
O sí, generando gratas sorpresas: el mural del árbol en el hall de recepción, el dormitorio con temática espacial del hijo menor y la habitación de los padres con estética kimonesca y detalles que parecen salidos del palacio de Versailles.
La explosión de colores y texturas de esta película inspiraría hasta al menos osado.
Codiciamos: la mesa marroquí con un caballo de calesita incrustado.
Cabe mencionar: la inesperada paleta cromática de la cocina.
Si encontrás una casa chaucha en una película, ¡avisanos! 🙂
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