Vale todo / 7 noviembre 2016

Luisa / Swing me to the moon

Hamacar. prnl. Arg. Dar al cuerpo un movimiento de vaivén. // prnl. coloq. Arg. y Ur. Afrontar con esfuerzo una situación difícil. Ej.: Hay que hamacarse para lograrlo.RAE

En la casa de Luisa sobran estímulos y todo es lindo: los cuadros, tejidos y libros compiten por nuestra atención. En ese marco multicolor, la hamaca que cuelga en el centro del living pasa casi desapercibida. Casi.

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“Mi amor, no sabés qué bueno esto: estoy en el lobby del hotel y hay hamacas.” Cuando Fernando llamó a Luisa desde Berlín no se imaginó que estaba sembrando una idea en la cabeza de su mujer, ni que sería implementada poco después en el living del departamento francés –de techos altísimos y ventanas enormes*– que comparten. Luisa, con su empuje de artista prolífera e hiperactiva, fue muy rápida para ejecutar y a los pocos días ya había conseguido la hamaca. Consultó con el fabricante, que le recomendó que la instalara en el living, y gestionó la instalación con un electricista. Después de unas semanas, la hamaca fue trasladada al cuarto que comparten Flora y Rosa, las niñas de la casa.

*Una de las razones que alegó el abogado/padre de familia, Fernando, fue el peligro asociado con los ventanales del living, la altura del techo y la amplitud del péndulo de la hamaca en dicho ambiente.

Volver a la idea original
Si bien es cierto que, desde una perspectiva convencional (que no es la que usamos en Casa Chaucha), la hamaca tenía más sentido en uno de los cuartos de los chicos, al poco tiempo, la hamaca volvió a su ubicación original. Una tarde-noche, Fernando llegó a su casa y encontró al electricista, cómplice de Luisa, instalando la hamaca nuevamente en el living, entre los dos sillones de 3 cuerpos, justo arriba de la mesa ratona que hace las veces de tarima de embarque para acomodarse bien en la tabla de madera de la hamaca. Su paso por la habitación de las niñas de la familia fue breve porque, como explica su madre: “no pueden hamacarse y jugar al mismo tiempo”.

Aveces los chicos piden cumbia!! La niñez inspira y quema la cabeza!!!

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Esta incorporación llegó para quedarse y la usa toda la familia. Luisa se hamaca para inspirarse, para meditar, para pensar, para divertirse. Sacude cuerpo y mente para ordenar las ideas y dejar lugar para que vengan nuevas. Flora, Rosa y Quinto se hamacan parados, sentados, boca abajo, mirando a la ventana o a la pared, enroscando la soga, con amigos, como venga, bah.

La hamaca incluso tiene su propio soundtrack o jingle: cuando Flora escucha My baby just cares for me, de Nina Simone, corre a buscar a su madre al grito de “mamá, mamá, la canción de la hamaca, ¡vamos a hamacarnos!”, dejando atrás cualquier otra actividad en un rapto pavloviano.

¿Un antes y después?
No se puede decir que la hamaca cambió la dinámica de la casa: Luisa y Fernando siempre se caracterizaron por vivir en hogares lúdicos y libres. En todo caso, la hamaca se integró a un contexto doméstico relajado, divertido y colorido que ya borró, desde antes, los límites. Hay arcos de fútbol en los cuartos de los chicos y casi no quedan superficies sin cubrir en las paredes del living y el comedor. Incluso el palier de recepción, intervenido por Luisa y sus xilografías, anticipa y delata que en esta casa realmente vale todo.

publicado en Vale todo


Vivir creativamente, jugar con la casa como vehículo. Y acá también lo hacemos, presentando cada caso con un formato diferente.

por Valentina Varas

Valentina nació en Buenos Aires en 1991. Es celíaca y nieta de panaderos. Estudió Marketing, escribe poesía (La velocidad de una fiesta. 2016, Pánico el pánico), duerme poco, saca fotos, hace collages e investigaciones y otras cien cosas más.