Editorial / 5 noviembre 2015

La casa está en orden

“Mi casa es mi lugar en el mundo” se repite una y otra vez sin aportar demasiado. Pero si acortamos esa frase, el asunto cambia: mi casa es mi mundo. La fuerzo un poco para llevarla a un plano más tangible, y se vuelve aún más interesante: mi casa es mi país.
Y yo soy su presidente.

Mi gestión no va a ser memorable si trabajo solo en asuntos superfluos. Pintar sin arreglar la humedad, esconder el desorden a la fuerza en el placard, o la suciedad bajo la alfombra. Todos los ministerios deben ir en una misma dirección y ser eficientes, si no quiero que lo que logré se destruya ante la primera revuelta.

En mi país tiene que verse reflejado quién soy, en todos los niveles. Si me desvela el cuidado de los recursos del planeta pero tengo una canilla que gotea hace seis meses, en cualquier momento me escracha el noticiero. Y con razón. Si soy activista de la igualdad pero en casa soy la única que se ocupa de los quehaceres (o no me hago cargo de ellos), no estoy formando parte de la revolución que pregono.

Como dirigente tengo la responsabilidad de mirar bien adentro para detectar los problemas verdaderos e impulsar modificaciones que construyan, independientes de lo que impone el resto del mundo. Porque claro, para mí, el mejor país posible es el que cuida y fomenta su propia identidad.

Esta idea me pone en el centro de la escena, teniendo que manejar las mil variables de mi caso y hacer con ellas lo mejor que se pueda. Además me trae, cada vez que escucho a alguien indignarse, una frase hecha que sí me gusta repetir hasta el infinito: “Todo empieza por casa”.

publicado en Editorial


por María Tórtora

María creó Casa Chaucha en 2009 y desde entonces conoció y fotografió más de 170 casas, dio charlas y dictó talleres, entre otros experimentos. En 2017 saldrá a la calle su libro "Revolución en la casa" (Ed. Monoblock).