Las sábanas están sobrevaloradas. En otras partes del mundo ya se dieron cuenta e inventaron el edredón entelado. Yo mejoré el sistema y nadie me lo valora: duermo sobre el mismísimo colchón. Bueno, cada tanto. Si mi madre se enterara, me gritaría y preguntaría si estoy bien, si me pasa algo. Y sí, a veces me pasa algo y mi autoestima me abandona, y otras veces simplemente sucede que saco las sábanas, limpio la casa, tengo una vida y cuando se hace de noche estoy demasiado cansada como para tomarme el trabajo. Acolchado y apago la luz. Porque es fácil, mordiendo una tostada y con un saco a medio poner, estirar una cama ya armada, pero otra cosa es prolijamente ir alisando capas desde cero. LO SABEMOS TODOS.