la contemplación del desastre o mi casa un domingo
tres minutos faltan para las tres de la tarde
la temperatura en la ciudad de buenos aires
es de tantos grados que dejo de escuchar porque no me importa
porque lo que importa es lo que se siente y no un número:
tengo puesto un buzo
miro la casa en un inmaculado desorden
en un estado de no me importa lo que sientas, lo que pienses
yo voy a seguir así, medio desordenada, con los pisos sin barrer
la casa me sobra
me sobra casi todo menos plata
la plata nunca sobra
la radio se apaga cuando empiezo a pensar y mis palabras
se superponen con el audio que rebota sobre las paredes blancas
el audio que absorben las paredes blancas
que me separan del vecino que nunca se queja de nada
me preocupa que nunca se queje de nada
me hace pensar que es irresponsable
que nunca le moleste un bochinche fuera de hora,
que me visiten varias personas el mismo día
y que me suene el despertador durante una hora entera
hasta que me levanto con un tema de banda de turistas
todos los días el mismo
no estoy segura de querer cambiar eso como no estoy segura
de querer cambiar muchas otras cosas que pasan y que siento
no me puedo enfrentar a todas mis cosas
se me caen de los estantes los libros y me veo derrotada
por la literatura que consumo con la esperanza
de salvarme de un orden mayor de ignorancia
miro las botellas de agua sobre la mesa
y más lejos en el balcón la flor que salió
en una planta a la cual no le hablo y casi no cuido:
soy egoísta y aún así las cosas florecen
quizás la subtrama de las plantas me define
necesito definir cosas
y no basta con decir
que uno tiene que definir cosas
tengo que limpiar y ordenar y sólo puedo fumar
y pensar en que llego tarde
¿llego tarde porque no hay nadie que me espere
o no hay nadie que me espere
porque llego siempre o tarde, o temprano y nunca a tiempo?
dieciséis minutos pasaron de las tres de la tarde y la radio está en mi cabeza
aunque está apagada, porque el trabajo nos define
nos da una visión particular
y quizás no sea yo la que tenga que definir las cosas
si no que las cosas ya me están definiendo a mí
y en definitiva soy sólo una chica en su casa sola,
contemplando un desastre.
desteñirse
ordeno la biblioteca
que pronto me voy
y la casa detenida
en los exámenes
de todo tipo
junta polvo
en el interior
de las cosas
hay más cosas
la casa es una mamushka
de quién soy y quien soy
es tan extraño
quisiera poder buscarme
en un diccionario
encuentro una radiografía
de mi cráneo y me imagino
que encuentro un dibujo
un código maestro
que explica todo
es un cráneo común
y corriente impreso
en un plástico
es mi cráneo
en el mismo estante
hay cuentas pagas,
un certificado de autenticidad
de una obra
que pende de unos clavos,
en una pared del líving
es un retrato
de david bowie
que hizo andrea
me mira todos los días
no sabe quién soy
un dibujo en témpera
que hice con mi padre
en 1993
dice jugando a los colores
pero parece que dijera amores,
lo bautizo edipo
claro que busco
una clave ahí también
lo único
que dice sobre mí
es que nunca supe
ni sabré
Dibujar
acomodo las agendas
por año en el estante más bajo
recopilación de cosas que significaron
estrellas al lado de nombres,
números al lado de corazones
supongo que creí
que siempre me iba
a resultar familiar
a mí misma
pero hay cosas
que se olvidan
los lomos
de los libros rosas
se destiñeron,
ahora son blancos.
mugre
estás viviendo en el hueco
de mi pecho
que es como el lugar
sin nombre
entre la cocina y la pared
donde cae todo
lo que igual no sabríamos
dónde tirar.
***
Malén Denis nació en Buenos Aires en 1989. Es Magíster en Escritura Creativa por la Universidad de Tres de Febrero, también estudia Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía Con una remera de Sonic Youth (2009, Nulú Bonsai), Buscar drogas en Wikipedia (2014, Nulú Bonsai); y las plaquetas Ciencias naturales (2014, La fuerza suave), Las copias se hacen en el acto (2015, Siberia) y La culpa de esta lluvia (2015, La fuerza suave). Actualmente trabaja en su primera novela Litio. Traduce poesía.