Ese espacio donde tiramos lo que nos vamos sacando en el transcurso del día (y de la semana) es una fija en casi todas las casas.
Cualquier cosa puede ser un despojador: una silla (con expansión al piso), un sillón, la biblioteca, la mesa del comedor…
¿Por qué nace un despojador espontáneo?
Fiaca: Nos acostumbramos a operar en modo automático, y el ejercicio de llevar cada cosa a su lugar cuesta.
Trampa: “Lo dejo acá un minuto y ya lo guardo”. Y así se acumulan ítems, uno arriba del otro, por una eternidad.
Excusa: “Mañana o pasado lo vuelvo a usar”. Sí, ¿y? No tiene por qué molestar mientras.
Pases mágicos
Primero, lo más difícil: en el exacto momento en que estás por tirar algo ahí, tomá consciencia. Fijate si en la casa ya hay un lugar asignado para dejar ese objeto, y llévalo. Cuando te saques el pantalón, por ejemplo, tomate un segundo para decidir si está para lavar, si podrías usarlo de nuevo o si te lo vas a poner mañana.
Todo esto implica un esfuerzo, pero de un un minuto versus horas del fin de semana ordenando esa acumulación descontrolada.
Ya con esto en la cabeza, podés hacer una pequeña acción y dejar eso donde corresponda. Es cuestión de entrenarlo para que con el tiempo salga solo, tan automáticamente como ese hábito de tirar todo en cualquier lado.
Permitidos que ayudan
Los percheros, ganchitos, perchas y demás variantes sacan todas estas cosas del camino, despejando el ambiente y, sobre todo, dejando el piso (o la silla, o la mesa o el sillón) libre.
El despojador random se puede eliminar. La visual va a mejorar, y la comodidad ni te cuento 🙂