«La solidaridad bien entendida empieza por casa.”Dicho popular
Un plus para los invitados y una solución para los anfitriones: hacia el final de la fiesta se armó una subasta gratuita de los ítems repetidos.
En julio del 2012, Juana y Carlos decidieron irse a vivir juntos. Ese proyecto de unión puso en evidencia que muchos objetos estaban duplicados y que ellos, a diferencia del arca de Noé y de hermanos gemelos caprichosos, solo necesitaban uno de cada cosa.
A los pocos días de haberse mudado, organizaron una fiesta con doble motivo: inauguración de la nueva casa y cumpleaños de Juana. Todavía no habían terminado de ordenar las cosas de la mudanza cuando llegó la noche del festejo, por lo que algunos de los objetos con destino incierto todavía estaban a la vista, en un limbo organizativo.
“Casi siempre hago juegos en mi cumple», cuenta Juana. «Ya se había instalado un clima lúdico. Estábamos con un grupo de amigos que solo coincide en cumpleaños, un mix poco habitual de gente que no se ve en otra ocasión pero ya se conocen por encontrarse año tras año en mis festejos.”
Combinando la inclinación de la cumpleañera hacia las actividades recreativas/festivas grupales con el superávit de pertenencias que trajo la fusión doméstica surgió un tercer propósito para el encuentro. Un plus para los invitados y una solución para los anfitriones: hacia el final de la fiesta se armó una subasta gratuita de los ítems repetidos. Win-win.
Con la mudanza aparecieron algunos tesoros inútiles, como un bolso Louis Vuitton que un alemán millonario había abandonado en lo de Carlos con un disfraz de tirolés adentro: moño de traje, tiradores, zapatos. El bolso recibió refugio en la casa de la suegra de Juana, el moño se lo quedó un amigo de Carlos, los tiradores y los zapatos un amigo de Juana. También fueron rematados: juegos de sábanas, libros, vajilla y CDs.
“Era divertido porque no había competencia, a diferencia de lo que sucede en un remate. Les daba pudor matarse por algo que en realidad era un regalo, sobre todo si ya se habían llevado algo. Si dos invitados querían un mismo objeto, lo que se juzgaba era quién lo necesitaba más. Se llevaron cualquier cosa.”
El remate sin fines de lucro no sólo resolvió la acumulación en un par de horas –y en un contexto divertido y relajado– sino que además les permitió a Carlos y a Juana tener un gesto generoso con sus amigos sin despedirse para siempre de ciertos recuerdos de sus casas de solteros: “Una amiga ligó un porta-CDs, ahora cuando vamos a su casa está ahí y está buenísimo eso.”