Hay un aire dramático en las elecciones de Tamara. Los colores, los materiales, los muebles, Zorba el gato, las velas. Hay elegancia no pretenciosa.
Fíjense en las lámparas -muchas con muchas pantallas diferentes- e imaginen el clima nocturno del lugar. O miren ese cuadro apoyado en el piso de la entrada, que nació durante uno de sus cumpleaños: una fiesta sin más invitados que ella, unas revistas, algunos botones y una plasticola.
Ella comparte su casa con turistas, para que la vida se haga más liviana. Es psicóloga e investiga la belleza como generadora de bienestar, y brinda sus resultados con fines solidarios. Nos entendemos bastante.
Fotos: María Tórtora