Ana y Pablo hicieron pie en esta casa sin saber por cuánto tiempo la tendrían. Desde entonces, pasó de todo: cambiaron trabajos, organizaron ferias en el garage, volvieron a cambiar trabajos, abrieron un local y fueron padres de Clara. Siguen teniendo la casa, y todavía desconocen por cuánto tiempo más.
Pero no por esa incertidumbre dejaron de ponerle onda. Cada minuto cuenta, y quizás ese fue el gran motivador. Compraron muebles nuevos y usados, los repararon, hicieron estantes con cualquier pedazo de madera que se les cruzó, y no escatimaron en color.
Si estás pensando faa, deben ser re alegres, sí, tenés razón.
Fotos: María Tórtora