Esta familia volvió a Buenos Aires después de vivir veinte años en Estados Unidos.
Marcela es quien se ocupa del equipamiento. Cuando se fue del país generó su propia fuente de ingresos comprando muebles viejos, reciclándolos y volviéndolos al mercado. ¡Pionera! Esta actividad continúa al día de hoy, y sigue haciendo esfuerzos enormes por no pintar todo de blanco. Eduardo, su marido, adhiere y gusta del estilo que ella propone, pero no se prende en el armado. Mejor para ella, que monopoliza la caja de herramientas que tanto quiere.
En el interés de Matías y Camila por la estética se nota la influencia de una madre detallista. Pero cada uno va delineando su propio estilo, y sus habitaciones son prueba irrefutable de eso.
Hay plantas en jarritos y hasta enjauladas. Puertas y respaldos de cama que adornan paredes. Estrellas de mar, etiquetas, letras y palabras en todo.
Fotos: María Tórtora