Ceci y Santi viven acá, en este milagro que se presentó cuando vencía su contrato anterior y estaban, además de tristes, a punto de mudarse a lo primero que se publicara. Mucho más espacioso que el predecesor, quedó vacío aún después de acomodar los muebles que tenían.
Al tiempo ocurrió otro evento: Carlitos, un tío abuelo soltero, abandonó esta dimensión dejando sin dueño un montón de cosas lindas que adoptaron y adaptaron. La mano terrenal vino por parte de la madre de Ceci, costurera hábil y bien predispuesta, quien les hizo almohadones, cortinas y todo lo que se cose.
*Santi hizo un vinilo y lo ubicó para que se vea desde los dos niveles de la casa.
*Se traen de cada escapada un plato, chapa, cerámica, o lo que sea chiquito y pueda colgarse.
*Eligieron el color de los detalles de la cocina a partir del cartelito-vaca que recibieron de regalo: y todo lo azul que tenían fue a parar ahí.
Fotos: María Tórtora