A esta casa, la de Romi y Fede, nunca entraron muebles nuevos. Todos, menos una silla y un sillón, pertenecieron a sus abuelos, a las personas que antes vivieron ahí, o fueron rescatados de la calle.
Pero no se trata sólo de disfrutar la herencia. No, no. Trabajaron sobre cada una de las cosas, mejorándolas y encontrándoles un nuevo y mejor uso o el lugar ideal donde colocarlas. También hacen mucho con sus manos. Romi es una costurera excelente, y casi todos los almohadones son suyos. Y Fede, entre otros éxitos, hizo la lámpara de pie que resalta al lado del sillón verde.
El lugar estalla de colores y texturas diferentes y, como son todas lindas, juntas trabajan de maravillas.
Bravo por obviar preconceptos.
[Modelo: Florentino]
Fotos: María Tórtora