Todo el que alquiló alguna vez sabe lo estresante que es. Visitás mil lugares por fin de semana y, si encontrás algo medianamente bueno, sabés que muchos lo querrán. Diez minutos de inspección para decidir donde vas a pasar los siguientes dos años.
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Jime y Fer empezaron la búsqueda con algo claro: si tiene mucha luz, el tamaño (chico) no es problema. Llegaron a este dos ambientes estrecho, se encandilaron y dijeron sí. Meses después, conocemos esta casa encantadora.
Lo lograron con muebles clásicos y gangas de Mercado Libre, bibliotecas improvisadas, una heladera copante, orden gracioso, almohadones, y la locura: con fibrofácil, molduras y papel tapiz armaron las placas que están sobre la pared. Como están atornilladas, se irán con ellos cuando se muden.
Ya es la segunda casa que comparten, así que el arte del consenso está aceitado. Uno propone y, aunque haya dudas, le dan para adelante con un período de prueba. Si no funciona, se va.
Y funciona todo.
Fotos: María Tórtora