De la película El mismo amor, la misma lluvia.
Jorge escribe, y su casa está llena de libros. En estanterías, en bancos y sobre el televisor. Ese lío hace un poco al encanto de su casa, pero no termina ahí: se animó a los detalles y ganó.
El rincón de la mesa roja, con lámparas, plantas y móvil de delfines está buenísimo. También la mesa de luz que no es mesa sino un banco, y hasta el colchón en el piso. Puso en las paredes máscaras, posters cualquiera y un corcho con recortes y fotos.
No tiene ni un sólo mueble para decir guau. La onda la pone él, con lo que hay. Nos encanta.