María sale sólo lo necesario. Su casa es oficina y sede de toda reunión social. También es hospedaje para turistas que, cuando la conocen, patean para adelante su fecha de regreso. Hasta nosotros íbamos por unas horas y nos quedamos todo el día. Algo pasa ahí.
Antes de mudarse, pasó un verano entero tejiendo cortinas y almohadones, haciendo pompones e imaginando todo tal cual está hoy. Una vez instalada, no paró: modificó sillas, espejos y muebles varios con papel, pintó una alfombra con aerosol, armó mil guirnaldas de lucecitas, cosió fundas, hizo móviles y mucho más.
Si planeabas ponerle un poco más de color a tu casa, lamentamos decirte que no podrá ser: María se lo compró todo.
Fotos: María Tórtora