Ana y Matías llegaron a esta casa hace cuatro años, cuando decidieron convivir. Después de un breve tiempo de acuerdos estéticos, lograron esta sucesión de rincones que revelan al minuto su oficio de diseñadores.

El celeste que ella elige desde mucho antes de esta mudanza, logró ser el color de la habitación y del estudio. Y cuadros de su autoría se reparten por todas las paredes de la casa. ¿Los muebles? Los que cada uno tenía por separado, los de autor que fueron consiguiendo juntos, y alguno que otro de cada familia.

Además del hogar, comparten un estudio que funciona allí mismo, donde se erige la biblioteca más linda del mundo, lograda con los muchísimos libros de él y un importante fetichismo por el color.

Fotos: María Tórtora