Muchos conocen a Lou. Quizás no a ella, pero sí a sus creaciones, que lucen tantas casas que hemos mostrado. Era una cuenta pendiente conocer su casa–taller–almacén y por fin pudimos visitarlo.
El departamento, en pleno centro, es envidiable por su luz y su vista. Pero más que nada por el adorable estilo de su dueña, fetichista confesa de los colores y sus combinaciones.
Ella no sólo logra sacar provecho de los pocos metros cuadrados con los que cuenta, sino que también convierte su morada en un gran ejemplo de cómo hacer que todo luzca divino con lo que hay: Sillas de diferentes estilos, muchos almohadones (algunos comprados y otros hechos en casa), estantes que hacen de mesas de luz y otros en el living que, mimetizados con la pared por medio del color, sostienen la gran cantidad de libros que tiene sin desentonar con la atmósfera alegre del lugar. Y las telas sujetas en bastidores de madera decorando la pared blanca, que causan sensación.
Fotos: María Tórtora