Los muebles de la abuela, que antes eran de roble encerado, fueron lijados y pintados de blanco. Se le agregaron unos puffs de mimbre comprados en El Tigre (resultaron ideales para guardar su enorme cantidad de dvd’s), un sillón de cuerina color marfil y una lámpara de cerámica antigua pintada a mano con pantalla color rojo.
El espacio kitsch de la casa está reservado para la biblioteca en donde además de sus títulos favoritos, Soledad expone souvenirs de viajes propios y ajenos. En esta cocina radiante y blanca conviven tanto un póster de Mr. Brando con cd’s vips, libros de cocina, y una mesa de pino que se usa tanto para comer como de escritorio.
Fotos: María Tórtora