Aku y Chucho viven en esta casa de Martínez desde hace un año. Primero se instaló ella e hizo lo que quiso. Él aterrizó después y no movió ni una cosa de lugar. Y no… nosotros también dejaríamos todo tal cual está.
El color negro, impensado hasta para ella, terminó siendo un común denominador recontra sutil. Luego llegó el verde y la casa entera terminó de romperla con incorporaciones como la caramelera (¡que está llena!) y la mesa de ruleta. La completan muebles del dueño anterior, algunos que la acompañan desde la niñez y otros heredados. La cocina, espléndida, tiene como bajomesada cajones de verdulería.
El jardín se está poblando de a poco con plantas que se llevan de souvenir de cada paseo. Y para eso cargan en el auto una pala (no estamos exagerando). Completa la familia la perra Zapa que, podemos apreciar, tiene muchísima suerte.
Fotos: María Tórtora